(11-36) Metronidazol o Saccharomyces boulardii es mejor que placebo en la infección sintomática por Blastocystis hominis

Niños con síntomas abdominales (dolor abdominal, diarrea, náusea o vómitos, flatulencia) por al menos dos semanas, examen fecal positivo a Blastocystis hominis por microscopia y ausencia de enfermedades concomitantes fueron enrolados en un ensayo clínico para comparar la eficacia clínica y parasitológica de metronidazol (30 mg/kg dos veces al día por 10 días) o Saccharomyces boulardii (250 mg dos veces al día por 10 días) versus placebo. El propósito de este ensayo fue demostrar que el tratamiento es superior al no tratamiento y que S. boulardii puede ser igualmente eficaz como metronidazol, en niños inmunocompetentes con infección sintomática por B. hominis. Los niños elegibles fueron incluidos en uno de los tres grupos de tratamiento en forma aleatoria siguiendo un modelo simple-ciego. Se incluyeron 18 niños en el grupo A (S. boulardii), 15 en el grupo B (metronidazol) y 15 en el grupo C (placebo). La evaluación clínica y parasitológica se repitió a los 15 y 30 días después de la inclusión. Los niños en el grupo placebo que continuaron sintomáticos o que seguían excretando B. hominis en las heces en el día 15 fueron tratados con metronidazol por 10 días. Las características demográficas y clínicas de los tres grupos al momento de la inclusión fueron estadísticamente similares. Cura clínica en el día 15 se observó en 77.7%, 66.6% y 40% de los niños del grupo A, B y C, respectivamente (P < 0.05 grupo A vs. grupo C; P > 0.05 grupo B vs. grupo C, P > 0,05 grupo A vs. grupo B). Desaparición de los quistes de B. hominis en las heces en el día 15 ocurrió en 72.2%, 80% y 26.6% de los niños del grupo A, B y C, respectivamente (P < 0.05 grupo A vs. grupo C; P < 0.05 grupo B vs. grupo C; P > 0.05 grupo A vs. grupo B). En el día 30, la cura clínica subió a 94.4% y 73.3% (P > 0.05) y la cura parasitológica a 94.4% y 93.3% (P > 0.05) en el grupo A y grupo B, respectivamente. Estos resultados cuestionan el consenso actual que considera que B. hominis no es necesariamente un patógeno intestinal (cit) y muestran que el tratamiento de la infección sintomática por este parásito es beneficioso desde el punto de vista clínico y parasitológico. Interesantemente, este estudio se adiciona a otros ensayos previos que muestran que S. boulardii tiene propiedades antiparasitarias contra protozoarios como E. histolytica (cit) y Giardia (cit). (ref)

(11-35) Un estudio preliminar en Taiwán muestra que el kion (jengibre) podría ser una terapia efectiva para la dispepsia funcional

El mismo grupo de investigadores que publicó un estudio que mostraba que el kion
(jengibre) tiene un efecto procinético incrementando el vaciamiento gástrico en personas sanas (cit) llevó a cabo tres años después un ensayo clínico con pacientes que padecen de dispepsia funcional, un síndrome que se caracteriza por dolor abdominal crónico o recurrente de la parte superior que ocurre en ausencia de enfermedad orgánica subyacente (cit). El propósito del estudio fue evaluar el efecto del kion (jengibre) sobre la motilidad y el vaciamiento gástrico, los síntomas abdominales y el nivel de hormonas que intervienen en la motilidad, en pacientes con este síndrome. Once pacientes con dispepsia funcional participaron dos veces en un ensayo doble-ciego aleatorio. Después de un periodo de ayuno de 8 horas, a los pacientes se les pidió ingerir tres cápsulas que contenían jengibre (1.2 gramos en total) o placebo, seguido una hora después de 500 ml de una sopa con contenido bajo de nutrientes. Luego, utilizando ultrasonido, se midió a intervalos frecuentes el área del antro, el área y diámetro del fondo, la frecuencia de las contracciones antrales y se calculó el vaciamiento medio del estómago comparando los cambios en el área antral. Las sensaciones gastrointestinales y el apetito se graduaron mediante una escala visual analógica llenada por los pacientes. Se tomaron muestras de sangre a intervalos para medir la concentración plasmática de GLP-1 (glucagón-like peptide-1), motilin y ghrelin. Se encontró que el vaciamiento gástrico (media y rango del tiempo transcurrido para vaciar la mitad del contenido del estómago) fue significativamente más rápido con jengibre (12.3 [8.5-17.0] min) que con placebo (16.1 [8.3-22.6]) (P≤0.05). Hubo una tendencia a un mayor número de contracciones antrales (P=0.06), pero no hubo diferencia en las dimensiones del fondo, los síntomas gastrointestinales o la concentración sérica de GLP-1, motilin y ghrelin. En resumen, los autores concluyen que el kion (jengibre) estimula el vaciamiento gástrico y las contracciones antrales en pacientes con dispepsia funcional pero sin efecto sobre los síntomas o los péptidos reguladores de la motilidad gástrica. (ref)

(11-34) Una fórmula láctea con alto contenido de proteínas afecta el desarrollo postnatal de la flora intestinal, aumenta la permeabilidad intestinal y altera la función inmune según un estudio experimental

Utilizando lechones de una camada de animales de laboratorio, un grupo de  investigadores franceses llevaron a cabo un estudio experimental para averiguar si la alimentación con fórmulas lácteas que tienen un contenido proteico más alto que la leche de la madre podrían modificar el desarrollo de la microbiota intestinal, la barrera intestinal y las funciones inmunes con consecuencias a largo plazo. Los lechones recién nacidos recibieron calostro materno los dos primeros días y luego fueron separados de sus madres y  alimentados desde el día 3 hasta el día 28 con una fórmula de contenido proteico equivalente al de la leche de cerda (Grupo NP) o con una fórmula que contenía aproximadamente 40% más de proteínas que la otra fórmula (Grupo HP). De los 29 días en adelante todos los animales fueron destetados y alimentados con una misma dieta sólida estándar hasta 160 días de edad. Se midió diariamente la ingesta oral y se pesó a los animales periódicamente hasta el final del estudio. En el periodo neonatal, se midió la concentración en el contenido ileal de bacterias aeróbicas y anaeróbicas, se evaluó la función de la barrera epitelial midiendo la translocación bacteriana y la permeabilidad a sondas pequeñas (FD4) y macromoléculas (HRP-B), se evaluó el desarrollo del tejido linfoide asociado al intestino (GALT) y se midió la concentración de haptoglobina e IgG séricos a los 2, 7 y 28 días. En el periodo pos neonatal, a los 160 días, se midió nuevamente la función de la barrera intestinal y la sensibilidad del íleon a productos bacterianos como LPS. La
ingesta calórica diaria promedio fue similar en ambos grupos, sin embargo, la ganancia de peso diaria fue significativamente mayor en el grupo HP desde el día 16 hasta el día 28. Esta diferencia desapareció en el periodo pos-destete. En el día 7, durante el periodo de alimentación con fórmula, el grupo HP mostró una implantación más acelerada de la microbiota en el íleon, con concentraciones más altas de bacterias y alteración de la función de la barrera epitelial con una mayor permeabilidad a sondas pequeñas y grandes aunque no hubo diferencia entre ambos grupos en la translocación bacteriana. Los día 7 y 28 estaba incrementada la infiltración de células T y reducidos los niveles de IL-1β y NF-κB en los lechones del grupo HP. El nivel plasmático de haptoglobina también tendió a estar reducido en el día 7. Más adelante, en el día 160, la secreción de citoquinas pro-inflamatorias en respuesta a dosis altas de LPS estaba reducida en el grupo HP en comparación con el grupo NP. En conclusión,
el principal hallazgo de este estudio fue que la alimentación de lechones con una formula láctea con alto contenido de proteínas en el periodo neonatal reduce la respuesta inflamatoria ileal a productos bacterianos como LPS en la vida adulta de estos animales. Esta respuesta alterada fue una continuación de los cambios observados en el periodo neonatal en cuanto al perfil del desarrollo de la microbiota intestinal y la función de la barrera y del sistema inmune. Los autores especulan que esta menor respuesta inflamatoria podría tener consecuencia negativas cuando en condiciones reales el intestino necesita montar una respuesta más vigorosa en presencia de bacterias patógenas. (ref)

(11-33) Comenzar la vida de adulto con obesidad implica un incremento en la morbilidad, incluyendo morbilidad fatal, a lo largo de la vida en hombres

Un grupo de investigadores del Instituto de Medicina Preventiva del Copenhagen University Hospital, Dinamarca estudió la asociación que podría haber entre ser obeso siendo adulto joven y el estado de salud el resto de la vida adulta. Para esto, examinaron los registros de 362,200 adultos jóvenes varones que ingresaron al servicio militar entre 1943 y 1977 en Dinamarca. De este grupo, identificaron a todos aquellos obesos (Indice de Masa Corporal ≥ 31.0 kg/m2) al momento de su ingreso al servicio militar y seleccionaron un grupo control tomado aleatoriamente hasta el 1% del resto de los jóvenes. Identificaron 1,862 obesos en el rango de edad de 18 a 25 años y seleccionaron 3,476 controles (la mayoría de ellos con un IMC dentro de rango normal). La información sobre el estado de salud de estos grupos se obtuvo del sistema nacional de registros. Para estimar la morbilidad relativa se empleó el modelo de regresión Cox (este método evalúa el efecto de varias variables sobre el tiempo que trascurre hasta que ocurra un evento dado), tomando en cuenta la incidencia del primer evento de la enfermedad, la ocurrencia de la enfermedad en el año precedente al fallecimiento y la prevalencia de la enfermedad cuando ocurre el fallecimiento, comparando el grupo de obesos con el grupo control. Encontraron que entre los 18 y 80 años de edad el obeso tiene un riesgo mayor de adquirir o morir por alguna enfermedad, de una gama amplia de enfermedades. Por ejemplo, la incidencia del primer evento conocido de diabetes tipo 2 fue de 450 en el grupo de obesos y 242 en el
grupo control (Riesgo relativo 4.9, 95% CI: 4.1-5.9), la ocurrencia de diabetes tipo 2 en el año previo al fallecimiento fue de 67 en el grupo control y 86 en los obesos (RR 5.2, 95% CI: 3.6-7.5) y la prevalencia de diabetes tipo 2 cuando ocurrió el fallecimiento fue de 51 en el grupo control y 86 en el grupo de obesos (RR 6.8, 95%CI: 4.6-10.1). En conclusión, este estudio muestra que la obesidad en el adulto joven incrementa el riesgo de adquirir enfermedades crónicas así como de morir por alguna de estas enfermedades a una edad más temprana que el resto de la población indicando la necesidad de evitar comenzar la vida adulta con obesidad. (ref)

(11-32) La composición de la microbiota intestinal afecta la permeabilidad de la mucosa intestinal y podría tomar parte en la patogénesis de la enfermedad celiaca en sus etapas tempranas, según un estudio experimental

Con la finalidad de averiguar si la presencia de bacterias en el intestino tienen o no que ver en la patogénesis del proceso inflamatorio crónico de la enfermedad celiaca,
investigadores de República Checa y España hicieron un estudio experimental que evaluó la integridad de la mucosa intestinal cuando ésta se expone a proteínas de gluten de trigo (gliadinas) en presencia de bacterias. Los cambios en la integridad de la mucosa intestinal se evaluaron en ratas endogámicas Wistar-AVN criadas en asepsia completa desde su nacimiento. Asas intestinales de estos animales se expusieron en combinaciones diversas a fragmentos de gliadina, interferón gamma (IFN-γ, una citoquina proinflamatoria reconocida como agente disparador de enfermedad celiaca) y bacterias  intestinales patógenas (Escherichia coli o Shigella, aisladas de pacientes con enfermedad celiaca) o de la flora normal (bifidobacterias, aisladas de niños sanos). Se examinó la histología intestinal con microscopía de luz, microscopía electrónica de barrido e inmunofluorescencia. Se midió la translocación de gliadina, producción de citoquinas y adherencia in vitro de bacterias en células epiteliales IEC-6 de rata. Se encontró que fragmentos de gliadina, sólo o junto con IFN-γ, disminuyó significativamente la población de células caliciformes (goblet cells) en el intestino delgado, siendo este efecto más pronunciado en presencia de E. coli (cepa CLB2) y Shigella (cepa CBD8). La combinación Shigella CBD8–IFN-γ indujo la secreción de mucina más alta y la lesión más severa de las uniones intercelulares y, consecuentemente, la translocación de fragmentos de gliadina hacia la lámina propia. Shigella CBD8 y E. coli CBL2 se adhirieron firmemente a las células epiteliales IEC-6. El número de células caliciformes se incrementó cuando el intestino se incubó simultáneamente en  Bifidobacterium bifidum (IATA-ES2) con gliadina, IFN-γ y una enterobacteria patógena. B. bifidum también incrementó la producción de factores quimotácticos e inhibidores de metaloproteinasas, que contribuyen en la protección de la mucosa intestinal. Estos resultados sugieren que la composición de la microbiota intestinal y la presencia o ausencia de bacterias específicas pueden jugar un rol en la patogénesis de la enfermedad celiaca. (ref)

(11-31) STEC puede presentarse clínicamente como gastroenteritis inespecífica similar a la gastroenteritis viral según un estudio en Canadá

Durante tres años consecutivos (2006, 2007 y 2008), el Laboratorio de Salud Pública de la Provincia de Alberta, Edmonton, Canadá recibió 2,702 muestras fecales de pacientes con diagnóstico clínico de gastroenteritis aguda viral que fueron enviadas primariamente para identificar el virus intestinal causal. El laboratorio decidió buscar en estas muestras, además, los marcadores genéticos de toxina Shiga 1 y toxina Shiga 2 mediante PCR en tiempo real a partir de muestras enriquecidos en caldos nutritivos. Las muestras provenían de la provincia de Alberta, Yukón, the Norwest Territories y Nunavut, Canadá y fueron colectadas entre mayo y septiembre de cada año. Un total de 38 muestras (1.4%) fueron positivas para los genes de toxina Shiga. Del total de muestras positivas, 15 pudieron ser cultivadas y serotipadas siendo los serotipos identificados O157:H7, O26:HNM, O26:H11, O103:H25, O21:H19 y O145:HNM, todos ellos reconocidos como cepas asociadas a brotes y Síndrome Hemolítico Urémico. Los
autores resaltan la importancia de examinar las muestras fecales de pacientes con diarrea buscando todos los posibles agentes etiológicos independientemente del cuadro clínico para no perder la opción de diagnosticar la presencia de microorganismos emergentes como Escherichia coli productor de toxina Shiga (STEC). (ref) (link1) (link2) (link3) (link4)

(11-30) Flora gastrointestinal en niños con autismo: es posible que los síntomas de autismo sean exacerbados por problemas gastrointestinales de fondo?

Hay cierta evidencia que indica que los niños con autismo sufren más frecuentemente y con mayor severidad de enfermedades gastrointestinales (cit)(cit); lo que no se sabe bien es lo inverso, es decir, si estas enfermedades pueden exacerbar los síntomas de autismo y, de ser así, cuál sería el mecanismo. Investigadores del estado de Arizona, Estados Unidos examinaron la flora intestinal y otros bio-marcadores de función intestinal en muestras fecales de 58 niños con Desorden de Espectro Autista (ASD) y lo compararon con la de otros 39 niños sanos de edades similares. El propósito fue determinar si existe alguna correlación entre los hallazgos de estos exámenes y la severidad del autismo. Los exámenes fecales realizados incluyeron cultivo de enteropatógenos comunes, cultivo cuantitativo de bacterias aerobias y anaerobias y levaduras, detección de parásitos intestinales, lisozima, lactoferrina, IgA secretorio, elastasa, ácidos grasos de cadena corta (AGCC), sangre oculta y pH. Los síntomas gastrointestinales fueron evaluados utilizando una versión modificada del Indice de Severidad Gastrointestinal (GSI) (cit) acortada a sólo seis ítems: constipación, diarrea, consistencia de las deposiciones, olor de las deposiciones, flatulencia y dolor abdominal. Los síntomas de autismo se evaluaron con la Lista de Chequeo de Evaluación y Tratamiento de Autismo (ATEC) (cit), diseñado para cuantificar la severidad del autismo mediante puntaje asignado en cada una de cuatro secciones: 1) lenguaje-conversación-comunicación, 2) sociabilidad, 3) conciencia sensorial/cognitiva y 4) salud-comportamiento. Se encontró que la severidad de los síntomas gastrointestinales (GSI) tenía una fuerte correlación con la severidad del autismo (ATEC) (r = 0.59, p < 0.001). Los niños con puntaje GSI por encima de 3 tenían un puntaje total ATEC mucho más alto que los niños con puntaje GSI igual a 3 o menor (81.5 ± 28 vs. 49.0 ± 21, p = 0.00002). Los niños con autismo tenían niveles totales mucho más bajos de AGCC (-27%, p = 0.00002), incluyendo niveles bajos de acetato, propionato y valerato; siendo esta diferencia más marcada en los niños que recibían probióticos. Los niños con autismo tenían niveles más bajos de especies de Bifidobacter (-43%, p = 0.002) y niveles más altos de especies de Lactobacillus (+100%, p = 0.00002), pero niveles similares de otras bacterias y levaduras. El nivel de lisozima fue algo más bajo en los niños con autismo (-27%, p = 0.04), probablemente debido al uso de probióticos. Los otros marcadores de la función digestiva fueron similares en ambos grupos. Los autores concluyen que la fuerte correlación de síntomas gastrointestinales con la severidad del autismo hallada en este estudio indica que los niños con autismo más severo pueden tener síntomas gastrointestinales más severos y viceversa y que es posible que los síntomas de autismo estén exacerbados o aún parcialmente causados por problemas gastrointestinales de fondo. Los autores no pudieron dar una explicación valedera al nivel bajo de AGCC hallado en niños autistas; ya que no se midió este marcador simultáneamente en sangre, cualquiera de las siguientes explicaciones sería plausible: menor cantidad de flora que produce estos ácidos grasos, menor ingesta de fibra soluble, tránsito intestinal prolongado o mayor absorción. (ref)

(11-29) La causa de la epidemia de SHU en Alemania es una Escherichia coli supertóxica enteramente nueva: un EaggEC-STEC híbrido que produce toxina Shiga 2

1. Según el European Centre for Disease Control, del 2 de mayo 2011 al 12 de junio 2011, se han registrado 809 casos de Síndrome Hemolítico Urémico (SHU) y 2474 casos de infección por STEC sin SHU en 13 países europeos siendo la gran mayoría de Alemania. El numero de fallecidos asciende a 35, 23 con SHU y 12 con infección por STEC sin SHU. La gran mayoría de casos son adultos y casi 2/3 mujeres lo que contrasta con el patrón conocido de SHU por STEC que ocurre predominantemente en niños menores de cinco años (ref).

2. Los estudios de laboratorio indican que la bacteria causante de esta epidemia es un STEC del serogrupo O104:H4 cuyo genoma ha sido completamente secuenciado mostrando que se trata de una variedad nueva de E. coli que carece del factor de adherencia eae, es resistente a múltiples antibióticos, produce toxina Shiga 2 (y no toxina Shiga 1) y tiene un 93% de similitud con una cepa de E. coli enteroagregativa (EaggEC) altamente virulenta aislada en Africa Central el 2002 (ref).

3. Se ha descartado completamente que la fuente de esta epidemia provenga de España como originalmente se pensó; las investigaciones epidemiológicas apuntan a una granja de cultivos orgánicos del norte de Alemania como el posible origen. Varios restaurantes del norte de Alemania donde muchos casos adquirieron la infección se abastecen en esta granja de germinados de varios vegetales como soya, frejol verde, alfalfa y arugula por lo que se cree este sea el vehículo principal de transmisión de esta epidemia (ref).

(11-28) La vacuna monovalente contra rotavirus no mostró eficacia protectora suficiente durante un brote de gastroenteritis por rotavirus G2P[4] en Australia

Durante un extenso brote de gastroenteritis aguda en Australia central causado por rotavirus del genotipo G2P[4] el año 2008 (dos años después de otro brote en la misma zona causado por rotavirus del genotipo G9P[8] que mostró la efectividad de la vacuna anti-rotavirus monovalente G1P[8] que había sido introducida en ese país a principios del 2006) un equipo de investigadores del Charles Darwin University, Melbourne, Australia, tuvieron la oportunidad nuevamente de evaluar la efectividad de esta vacuna contra genotipos no incluidos en la vacuna. Usando un modelo caso-control anidado de
cuatro controles por caso, los datos clínicos de 41 niños con diagnóstico confirmado de gastroenteritis por rotavirus (35 correspondieron al genotipo 2) fueron comparados con un grupo control apareado por edad. La variable principal de comparación fue la tasa de hospitalización por severidad de la enfermedad. Diecinueve (46%) de los 41 casos habían recibido las dos dosis de la vacuna antes de enfermar, comparado con 87 (53%) de los 164 controles. La efectividad de la vacuna (2 dosis vs ninguna dosis) para evitar la hospitalización por enfermedad severa se estimó en 19% (odds ratio, 0.81; 95% CI, 0.32-2.05). Un análisis secundario de efectividad de la vacuna en el grupo de menores de 1 año de edad mostró eficacia protectora de 85% contra enfermedad complicada con acidosis (odds ratio, 0.15; 95% CI, 0.03-0.84). Los autores concluyen que en este brote de gastroenteritis por rotavirus no encontraron evidencia de
protección global de la vacuna monovalente contra la necesidad de hospitalización excepto en lactantes pequeños severamente enfermos. (ref)

(11-27) Cuál es la probabilidad de encontrar la bacteria mediante cultivo en infección por STEC si la muestra fecal es tomada cuando ya se instaló el Síndrome Hemolítico Urémico?

[Nota del Editor: Una especialista del INS Perú nos hizo esta pregunta ahora que se está montando un sistema de vigilancia de infección por STEC en previsión a que la devastadora epidemia de SHU-STEC que está ocurriendo actualmente en Alemania (ver más arriba Novedad # 25) se propague hasta nuestro país. Entre 1980 y 1983, el Prof. M.A. Karmali del Hospital for Sick Children, Toronto hizo el primer estudio que asoció el SHU a infección por STEC – lo hallado en ese estudio responde a esta pregunta]

Muestras fecales de 40 niños con Síndrome Hemolítico Urémico (SHU) idiopático y 40 niños controles clínicamente sanos, de edades similares, seleccionados al azar (excepto por 17 que fueron casos de infección por Campylobacter de un estudio anterior que no desarrollaron SHU y cuyas muestras fecales se tenían preservadas en congelación) fueron estudiadas para determinar la presencia de Escherichia coli productora de toxina Shiga (STEC) y/o toxina Shiga libre. La presencia de STEC se determinó mediante cultivo confirmado con prueba de citotoxicidad en un sistema de células Vero del sobrenadante de un filtrado de las bacterias aisladas. La presencia de
toxina Shiga libre se determinó mediante el mismo sistema de células Vero pero de la muestra fecal directa sin cultivo. La muestra fecal de los pacientes con SHU se tomó en promedio 10.6 días (rango tres a 28 días; mediana de 8 días) después del inicio de la enfermedad diarreica prodrómica. De las 40 muestras fecales de pacientes con SHU 24 (60%) fueron positivas: nueve tanto por cultivo como por el ensayo de toxina Shiga libre, 12 únicamente por el ensayo de toxina Shiga libre y tres únicamente por cultivo aunque la muestra no alcanzó para el ensayo de toxina Shiga libre. Todas las muestras del grupo control dieron negativo por cualquiera de los dos métodos. En conclusión, en este estudio se muestra que es posible encontrar hasta en 60% de los casos la bacteria (STEC) o la toxina Shiga libre aún muchos días después de iniciada la diarrea que precede al SHU, aunque es más probable encontrar la toxina Shiga libre que la
bacteria misma. (ref) (link)